Donald Trump en el discurso de su toma de posesión como presidente de USA

Introducción al Búnker Digital

Hoy precisamente se inicia una nueva era. sospecho que no durará mucho, pero será histórica, y tú, lector del futuro, lo comprenderás mejor que nadie. Tú vivirás en un mundo que mis contemporáneos no pueden imaginar del todo, y que toma en sus mentes formas muy diversas.

Donald Trump en el discurso de su toma de posesión como presidente de USA

REDES SOCIALES
20 de enero de 2025: el día en el que miles de tuiteros quieren dejar colgado a Elon Musk
Organizaciones ecologistas y universitarias, ayuntamientos como el de París y miles de usuarios de la red social que un día fue Twitter están convocados a dejar X coincidiendo con el día de investidura de Donald Trump.

El texto que sigue a este titular puede verse en https://www.elsaltodiario.com/redes-sociales/xodo-xtampida-vamonos-juntas-miles-tuiteros-quieren-dejar-colgado-elon-musk

Reflexiones sobre la globalización y la desigualdad

Lo que caracteriza el momento en que escribo estas líneas es complejo de describir si se quiere ser fiel a la realidad, porque hay muchas realidades simultáneas, y cada habitante de la tierra tiene un amplísimo abanico de perspectivas con las que analizar la vida que le rodea, con sólo mirar a su entorno. Y es que para comprender la vida de cualquier ser humano ya no basta solo con mirar el propio entorno, porque la globalización, la influencia mutua entre todos los entornos, en todo el mundo, es determinante para la vida de todos y cada uno de los seres humanos.

Sin embargo, paradójicamente, una sensación se ha extendido en el mundo, y es que, pese a que todos dependemos mutuamente de todos, ese hecho no conlleva la solidaridad mutua, la empatía, la comprensión, la colaboración y el apoyo mutuo, sino que las formas de vida, las culturas, las tradiciones, los recursos y carencias propios y ajenos, los intereses económicos, las tradiciones religiosas, las políticas, etc. se han radicalizado y acentuado como rasgos de identidad no solo individuales, sino colectivos, nacionales. Los nacionalismos proliferan, y buscan líderes que los representen para capitalizar el deseo de ser los mejores, los elegidos del éxito, los triunfadores del mundo. Hay una especie de consigna existencial en el enorme ruido que la globalización ha generado: «Tápate ojos y oídos, no intentes entender, sólo sigue adelante con tu vida». Y es que la humanidad tiene una fatal condición, que es la doble visión de sus semejantes. Pocos hay que consideren ya a cualquier ser humano como un semejante, de hecho. Ya hemos constatado con la neurociencia que ese factor tiene un soporte biológico en el desarrollo de las áreas neuronales. Solo se consideran semejantes aquellos seres humanos que comparten estilos de vida, posición económica, idioma, color de piel o religión. El resto no se ven como «iguales» y en esa medida no se siente pudor al desear que, en caso de conflicto de relaciones, sea el otro quien sucumba y desaparezca, no importa de qué forma suceda.

El impacto de la globalización en la sociedad

El resultado, visto desde la distancia tiene nombre y toma cuerpo en las condiciones de vida de los seres humanos en su conjunto. Se llama DESIGUALDAD. Si todo lo que ha conllevado la globalización se hubiera hecho, o hubiera sucedido con una etapa previa de nivelación en la calidad de vida de toda la humanidad en la esfera local, esa globalización seguramente habría sido un gran salto adelante. Los avances científicos y tecnológicos, sin duda habrían beneficiado por igual a todos. El desarrollo económico habría sido equilibrado y sostenible. Los movimientos políticos habrían podido ser gestores de ese desarrollo, adaptándolo a cada territorio y características, etc.
Pero la globalización fue liderada y promovida por los sectores económicos más desarrollados en un intento no de expandir el bienestar y el sentimiento de comunidad para la especie humana, sino para multiplicar sus posibilidades de negocio, para hacer dinero barato, para acentuar las desigualdades, aunque tal vez no tuviera ese último propósito muy definido. Seguramente alguien en esos círculos de poder económico se preocupó por la posibilidad de que sucediera algo así, pero la tentación de alcanzar cotas de influencia social mundial fue mucho mayor, y se minimizó el riesgo.

El último gran salto hacia la DESIGUALDAD se produce hoy, con la llegada al poder en un país referente para el mundo, de un representante de ese modo de sentir la vida al que me he referido («tú no mires ni escuches, tú sigue adelante, siempre adelante, por tus intereses) acompañado de seres como él. Son «triunfadores» de la vida, de la globalización económica, de la ideología del «desarrollo» (sin calificativo «sostenible») sin matices. Lo han conseguido porque han arrastrado a una masa crítica de ciudadanos de ese país a la convicción de que les van a apoyar en esa estrategia a nivel particular, individual, a todos y cada uno de ellos. Así, esos ciudadanos de ese país (Estados Unidos de América, o sea USA) de ese gran continente que se llama América desde el Polo Norte hasta el Polo Sur y alberga muchos más países, pero que ellos llaman América como si el nombre no les perteneciera también al resto de los americanos, esos ciudadanos, digo, creen fervientemente que ellos irán de la mano de su presidente seguros por la vida sin necesidad de ver ni oír, sin mirar a ninguna parte más que a su propio camino de enriquecimiento personal, de éxito.

El papel de los líderes en la desigualdad

Es la actitud de quien sabe que el barco se hunde y asume la consigna de SÁLVESE QUIEN PUEDA. 

Lo último que acabo de describir ha sido posible porque el hombre (Donald Trump, millonario) que ha sido nombrado hoy por segunda vez presidente de USA, lo ha conseguido mintiendo, engañando y engatusando a todos sus votantes, gracias, sobre todo a la ayuda de un amigo (Elon Musk, millonario, el más rico del mundo) que se comporta como un adolescente feliz de jugar con juguetes carísimos, exclusivos, fantásticos. Uno de esos juguetes lo compró hace solo cuatro años, y como buen adolescente caprichoso, lo primero que hizo fue estropearlo, y ahora lo usa como él quiere, que es enfrentando a los seres humanos entre sí para que se culpen unos a otros de todos los problemas que se generaron en esa globalización de la que hablábamos antes. Y acertó. Su país está dividido, y el resto del mundo sigue el mismo patrón. Las redes sociales (de ese 2º y de un 3º, Mark Zuckerberg, millonario) que se ha sumado al grupo son un arma poderosa en manos de cualquiera que las use como lo han hecho ellos: con MALDAD.

Redes sociales: de Comunidad a Control

En otro lugar de esta web explicamos que no nos interesa estar en las redes sociales, que no pueden seguirnos sino a través de esta página y este blog, pero que sí comprendemos la necesidad de respetar a quienes nos siguen y desean compartir nuestras publicaciones en sus propias redes. En este post queremos explicar más detenidamente que hemos apostado por una vuelta a lo que fueron las redes originalmente, como Mark Zuckerberg concibió Facebook: un recurso en internet con el que lograr la comunicación entre estudiantes de una Facultad Universitaria, un lugar donde hacer comunidad, compartir experiencias, opiniones, inquietudes, sucesos de interés para esa comunidad.

Propuesta para recuperar el espíritu Comunitario

Hoy en día las redes sociales, incluidas las que el propio Zuckerberg dirige, ya no son eso. Al observar el enorme impacto que tienen en la población mundial, la difusión de sucesos y opiniones se ha vuelto una herramienta para ejercer el poder sobre esas poblaciones, de forma sutil, aunque a veces burda, indolora y adictiva para quienes la padecen. Por eso esta entrada comienza con un documento que propone la reflexión sobre el modo de sobreponerse a esa adicción y al mismo tiempo mantener el espíritu de comunidad que inspiró inicialmente el mundo de las redes sociales. Esa es nuestra apuesta. Ojalá sea la de muchos.

 

 

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