Se buscan personas esclavas de su temperamento, que a causa de esa esclavitud, no puedan ser fieles a los dictados de la razón. Personas que a menudo desean tirar la toalla y dedicarse a la contemplación inerte de las cosas, a la espera indolente, a la indiferencia escéptica, a la derrota de los empeños y el abandono de los ideales, en espera de un final anunciado.
Personas convencidas por el uso de la lógica, la observación de las conductas ajenas, el peso de los hechos contumaces y las lecciones de la historia ignorada y despreciada como mala agorera por la gran mayoría de la población, convencidas de que no llegaremos a tiempo, de que cuando esa mayoría se dé cuenta de que se dirige a un abismo sin salida será tarde. La multitud a su espalda impedirá el retorno, sólo los últimos en incorporarse a la turba captarán que el ritmo de la marcha se ralentiza con el tiempo justo para no seguir avanzando, pero ni siquiera esos podrán eludir la catástrofe, porque entonces ellos mismos iniciarán un retroceso sin rumbo, sin comprender que lo único que les rodea es un caos, un desconcierto y una huida sin plan ni destino. Será sólo un «sálvese quien pueda» en el que el pánico se adueñará de las voluntades, y el egoísmo enloquecido se impondrá como norma de conducta. Es más, será entonces cuando los falsos profetas se entregarán a su fervor de dirigir los pasos ajenos y lo harán sin tasa, contra todo y contra todos, por el placer de acabar sus días realizando su sueño de poder.
Personas que no obedecen tampoco a la autodestrucción, la fuga violenta y anticipada, la retirada sin caos, serena, voluntaria y firme. Personas que en el ADN de su temperamento tienen la orden de ser luchadoras, vitales, expansivas, enérgicas, empáticas, sensibles, compasivas y generosas. Personas sin voluntad para abandonar a quienes, a su lado, permanecen ciegos y esperanzados. Personas que esconden su pesimismo y su tristeza en una aparente irritación, una aparente rabia, una aparente hostilidad contra los causantes del colapso y sus seguidores.
Personas que aparentan estar permanentemente enojadas con el mundo, para que no se vea la infinita tristeza que en realidad les envuelve sin remedio. Personas que se puedan apoyar mutuamente para ponerse al margen de esas multitudes que se dirigen al abismo, y estén dispuestas a permanecer en un abrazo mutuo y solidario hasta el fin.
Se buscan esa clase de personas. Razón aquí.



