Esto es sólo el principio. En este post me voy a extender casi demasiado. No me importa. Aquí será donde yo me entregue a la vocación que no seguí, la medicina. No la seguí por razones largas de explicar, pero como no quiero especular en torno a esa idea de «¿qué habría pasado si…?» me quedaré con lo que tengo ahora vigente de aquella vocación: mi interés por la salud, y en particular por la alteración psicosomática de la salud. Como tampoco me hice psicóloga profesional, sino pedagoga, no estoy titulada para hablar como lo hacen los terapeutas. Seguramente se me notará en el lenguaje y los planteamientos un alto nivel de ingenuidad o desconocimiento, como si actuara convencida de que estoy «descubriendo el mediterráneo». No crean que es así. Sé que el Mediterráneo se descubrió hace milenios y no voy a ser yo la que aporte descubrimientos. Lo que ocurre es que en este blog me expresaré de forma, privada, personal, para fundamentar mis creencias, sin necesidad de trasladarlas a los demás. Esa es tarea de otros, los científicos y profesionales en activo que están descubriendo y demostrando lo que yo llevo tantos años viendo en mí misma y en mi entorno. Yo revelaré aquí experiencias personales que he logrado superar, y describiré los casos que conozco en los que la enfermedad es para mí un síntoma de conflicto psicológico, sólo que en el primer caso será claro que hablo de mis zonas oscuras, y en el segundo no podré revelar la identidad de los protagonistas, para que no salgan a la luz al alumbrar sus zonas también oscuras, pero prometo que no me inventaré ningún caso. Todos ellos serán auténticos.


